Por Brian J. Waldrop
¿Quién mató a Jesús? Tome su lupa y busquemos las pistas mientras examinamos a los cuatro sospechosos principales.
Sospechoso número uno: los líderes religiosos judíos.
Motivo: impedir que Jesús usurpara su autoridad.
Pista No. 1: los líderes religiosos judíos estaban celosos porque Jesús era muy popular en las multitudes. "Cuando Jesús terminó de decir estas cosas, las multitudes se asombraron de su enseñanza, porque les enseñaba como quién tenía autoridad y no como los maestros de la ley" (Mateo 7: 28-29).
Pista No. 2: los líderes religiosos judíos condenaron a Jesús a muerte por blasfemia.
"Te ordeno en el nombre del Dios viviente que nos digas si eres el Cristo, el hijo de Dios. Tú lo has dicho, respondió Jesús.
¡A blasfemado! Exclamó el sumo sacerdote, rasgándose las vestiduras.
Merece la muerte, le contestaron. (Mateo 26: 63-66).
Pista No. 3: los líderes religiosos judíos no tenían la autoridad para ejecutar la pena de muerte.
"Pues llévenselo ustedes y júzguenlo según su propia ley, les dijo Pilato. Nosotros no tenemos ninguna autoridad para ejecutar a nadie, objetaron los judíos" (Juan 18: 31)
Resumen de la evidencia: los líderes religiosos judíos tenían motivos para matar a Jesús, pero no la oportunidad, ellos condenaron a Jesús a muerte por blasfemia pero legalmente no podían ejecutar la sentencia sin ayuda del gobierno romano.
Sospechoso número dos: Pilato el gobernador romano.
Motivo: protegerse de los cargos de traición y evitar una revuelta de los judíos.
Pista No. 1: Jesús dijo ser un rey y por lo tanto pudo haber sido considerado una amenaza al Imperio Romano.
"Pilato volvió a entrar en el palacio y llamó a Jesús. --¿Eres tú el rey de los judíos? --le preguntó.
--¿Eso lo dices tú --le respondió Jesús--, o es que otros te han hablado de mí?
--¿Acaso soy judío? --replicó Pilato--. Han sido tu propio pueblo y los jefes de los sacerdotes los que te entregaron a mí. ¿Qué has hecho?
--Mi reino no es de este mundo --contestó Jesús--. Si lo fuera, mis propios guardias pelearían para impedir que los judíos me arrestaran. Pero mi reino no es de este mundo.
--¡Así que eres rey! --le dijo Pilato. --Eres tú quien dice que soy rey. Yo para esto nací, y para esto vine al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que está de parte de la verdad escucha mi voz. " (Juan 18:33-37).
Pista No. 2: los líderes religiosos judíos amenazaron con acusar a Pilato de traición si dejaba libre a Jesús.
"Desde entonces Pilato procuraba poner en libertad a Jesús, pero los judíos gritaban desaforadamente: si dejas en libertad este hombre, no eres amigo del emperador. Cualquiera que pretende ser rey se hace su enemigo" (Juan 19:12).
Resumen de la evidencia: como romano, a Pilato no le importaba la ley de los religiosos judíos, por lo tanto, no estaba interesado en ejecutar a Jesús por el cargo de blasfemia. Así que los líderes judíos usaron una estrategia diferente.
Intentaron persuadir a Pilato de que Jesús al proclamar ser un rey, era una amenaza al imperio romano y por lo tanto culpable de traición, así que, para evitar ser acusado de traición, Pilato ordenó que Jesús fuera crucificado.
La evidencia muestra de Pilato tenía el motivo y la oportunidad, pero fue forzado a decidir la sentencia final. ¿Significa esto que solo Pilato puede ser culpable por la muerte de Jesús?
Sospechoso número 3: los pecadores.
Motivo: poner el castigo por los pecados del mundo sobre una persona sin pecado.
Pista No. 1: todos han pecado y necesitan un salvador.
"Pues todos han pecado y están privados de la gloria de Dios" (romanos 3:23).
Pista No. 2: el castigo por el pecado es la muerte.
"Porque la paga de pecado es muerte, mientras que la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, nuestro señor" (romanos 6:23)
Pista No. 3: la única esperanza para los pecadores es que una persona perfecta sufra el castigo en su lugar.
"Porque Cristo murió por los pecados una vez por todas, el justo por los injustos, a fin de llevarlos a ustedes a Dios. Él sufrió la muerte en su cuerpo, pero el espíritu hizo que volviera a la vida" (1 Pedro 3:18)
Resumen de la evidencia: los pecadores definitivamente tenían un motivo (o necesidad) para que Jesús muriera, como castigo por sus pecados. Pero no la oportunidad de matar a Jesús. La salvación era el plan de Dios, no de la humanidad. Los pecadores ciertamente no podían forzar ni esperar que Jesús muriera como castigo por sus pecados.
Sospechoso número 4: Jesús mismo.
Motivo: dar libremente su vida como castigo por los pecados del mundo.
Pista No. 1: Jesús predijo su propia muerte y resurrección.
"Entonces Jesús tomó aparte a los doce y les dijo: "Ahora vamos rumbo a Jerusalén, donde se cumplirá todo lo que escribieron los profetas acerca del Hijo del hombre.
En efecto, será entregado a los gentiles. Se burlarán de él, lo insultarán, le escupirán; y después de azotarlo, lo matarán. Pero al tercer día resucitará." (Lucas 18:3133)
Pista No. 2: La Biblia dice que Jesús murió por el perdón de los pecados.
"Porque ante todo les transmití a ustedes lo que yo mismo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras, que fue sepultado, que resucitó al tercer día según las Escrituras, y que se apareció a Cefas, y luego a los doce. " (1 Corintios 15:35).
Pista No. 3: la resurrección de Jesús prueba su motivo.
“Por medio de sus profetas ya había prometido en las sagradas escrituras. Este evangelio habla de su hijo que según la naturaleza humana era descendiente de David, pero que según el espíritu de santidad fue designado con poder hijo de Dios por la resurrección. Él es Jesucristo Nuestro Señor”. (Romanos 1: 2-4)
Resumen de la evidencia: ciertamente los líderes religiosos judíos comenzaron el proceso de matar a Jesús condenándolo falsamente de blasfemia. Y Pilato, buscando sus propios intereses, ordenó que Jesús fuera crucificado por traición al decir ser rey.
Además los pecadores necesitaban una persona perfecta que pagara su sentencia de muerte.
Pero fue la propia voluntad de Jesús de dar su vida como castigo por los pecados del mundo lo que llevó a su muerte y resurrección.
“Por eso me ama el padre: porque entrego mi vida para volver a recibirla. Nadie me la arrebata sino que la entrego por mi propia voluntad. Tengo autoridad para entregarla y tengo también autoridad para volver a recibirla.” (Juan 10: 17-18).
El único misterio que queda es si usted decidirá creer que Jesús murió por usted.
No hay comentarios:
Publicar un comentario